domingo, 18 de noviembre de 2018

LA FORMACIÓN DEL DOCENTE EN EL CONTEXTO DE LA EDUCACIÓN POPULAR


LA FORMACIÓN DEL DOCENTE EN EL CONTEXTO DE LA EDUCACIÓN POPULAR 
                                                                                  Autora: Esp. Raquel Simoza
RESUMEN
            Pese a diversos factores, políticos, económicos, sociales, innovadores del presente siglo, la educación popular, que nació en el siglo XX, desde la perspectiva de  un movimiento  crítico-social del siglo XX que ha resistido a esos cambios del siglo XXI, convirtiéndose en un modelo teórico alternativo que ja trascendido la esfera educativa, convirtiéndose en la esperanza de las reivindicaciones traducidas en las desigualdades sociales de los pueblos latinoamericanos.
            Desde el momento que Freire expuso su pedagogía del oprimido, se convirtió en fuente de inspiración para lograr, desde la educación, el cambio social que anhelaba, y anhela, las clases desposeídas de América Latina, venciendo en muchos casos  el pensamiento autoritario, alienante, excluyente de estos sectores populares.
            Decimos, y sostenemos,  que desde la implementación del proceso de educación bancaria  que concebía al  educando como un ser pasivo que copia, imita, memoriza,  repite sin razón. Por ello, desde los saberes de este pensador crítica  los procesos educativos a través del sistema destructivo y salvaje del capitalismo. De esta manera se hace perentoria afianzar  el ejercicio de educación popular como fuerza impulsora  de la movilización consciente del pueblo, orientada a la  restitución definitiva del Poder Popular. Partiendo de ello,  es necesaria la formación de un docente imbuido dentro de este planteamiento que coadyuve a implementar un nuevo modelo educativo que tome en cuenta la realidad del entorno, participación, colaboración, liberación, concienciación, reflexión-acción, democracia, clases conflictivas,  crítica a la realidad, solidaridad, autonomía, valores personales y sociales, integralidad, comunicación, emancipación,  la producción y humanización; entre otros.  

Palabras Claves: Educación Popular, formación Docente, Humanismo.

  

INTRODUCCIÓN

            En las primeras décadas del siglo XXI, la sociedad vive una realidad cambiante y compleja donde se aprecia que los ciudadanos y ciudadanas algunos no son aptos para enfrentar situaciones imprevistas que sucede en lo cotidiano, dentro de los cuales se destaca el tema educativo. En este sentido, para cualquier ser humano es difícil comprender el caos en el cual está sumida esta sociedad.
            La formación que necesita el profesional de la docencia debe ser innovadora, creativa, actualizada, proactiva, un proceso continuo acorde al modelo de educación del momento en la sociedad actual, identificada por su complejidad, inestabilidad y sobre todo por la velocidad con la que se producen los cambios sociales, precipita en muchos casos los procesos de inadaptación, exclusión y marginación. Esta realidad demanda la agilización de políticas sociales que garanticen el bienestar de la población.
            En este sentido, La tarea de transformar la sociedad pasa por un cambio en el desempeño docente, quienes son los primeros responsables de permear la calidad de vida de los habitantes del sector, sin embargo las escuelas de educación y pedagógicos siguen entrenando individuos para el vacío, ausentes y carentes de las habilidades y destrezas que le permitan lograr articularse en el contexto comunitario donde se desenvuelven. 
La formación permanente del Docente, dentro del contexto de la Educación Popular, conlleva plantearse el reto de pensar en la formación de colectivos interdisciplinarios e ir más allá de la estructura de clase y consolidar una cultura de trabajo de los docentes que permita su formación, que en este caso no es sola pedagógica sino también en el ámbito social. Sin embargo, no es suficiente que el docente comprenda la realidad educativa y del contexto donde se desempeñe; de donde se puede evidenciar una serie de debilidades relacionadas con distintos aspectos entre los cuales se cuentan la formación de los maestros en ejercicio, sino que es necesario transformar dicha realidad. La formación permanente del docente se plantea como un reto para dichos docentes, que son los responsables del futuro de nuestra sociedad.  Esta es la finalidad del presente artículo plantearse nuevas realidades educativas, desde la perspectiva de la educación popular para ser llevadas a la realidad de la formación docente.
MARCO REFERENCIAL O ESTADO DEL ARTE

            La formación permanente del Docente en el contexto de la Educación Popular, conlleva plantearse el reto de pensar en la formación de colectivos interdisciplinarios e ir más allá de la estructura de clase y consolidar una cultura de trabajo de los docentes que permita su formación que en este caso no es sola pedagógica sino también en el ámbito social. Sin embargo, no es suficiente que el docente comprenda la realidad educativa donde se puede evidenciar una serie de debilidades relacionadas con distintos aspectos entre los cuales se cuentan la formación de los maestros en ejercicio, sino que es necesario transformar dicha realidad. La formación permanente del docente se plantea como un reto para dichos docentes son los responsables del futuro cultural de nuestras sociedad.
            En otras palabras, La tarea de transformar la sociedad pasa por un cambio en el desempeño docente, quienes son los primeros responsables de permear la calidad de vida de los habitantes del sector, sin embargo las escuelas de educación y pedagógicos siguen entrenando individuos para el vacío, ausentes y carentes de las habilidades y destrezas que le permitan lograr articularse en el contexto comunitario donde se desenvuelven.
            Parten estos procesos desde una visión de la educación popular, que de acuerdo a Freire (1986) “como una concepción humanista que determinarán a mediano plazo la transformación social” (p.29).  Hay quienes siguen todavía identificando la Educación Popular con prácticas educativas no formales, de capacitación o formación, que se dan en contextos fuera del sistema educativo formal y se relacionan fundamentalmente con adultos. Y no faltan los que consideran que hoy, no tiene sentido seguir hablando de Educación Popular, término que debe ser definitivamente borrado de las agendas educativas. Para los que vocean el fin de las utopías y de la historia, es inconcebible una educación que no renuncia a la esperanza, a los sueños y a las transformaciones sociales profundas.
En este sentido, la preparación de los docentes requiere de procesos que se sustenten en el compromiso con la formación de los mismos para que estos respondan desde su actuación profesional y humana a las necesidades del contexto donde hacen vida. Esto significa, que el compromiso con la formación se dinamiza desde lo individual, lo colectivo, lo institucional y lo social con un profundo sentido de país al servicio de los intereses nacionales, que son fundamentalmente humanos, sociales y orientados a la revitalización del enfoque de formación integral.
Desde esta perspectiva, el docente o mejor dicho el colectivo de docentes, debe comprometerse con la autorreflexión y la reflexión colectiva en función de generar acciones transformadoras, comprometerse con el cambio en su actuación pedagógico profesional por la responsabilidad pública que implica ser profesor para poder dar respuestas a las necesidades formativas de los diferentes grupos sociales. Asimismo, debe estar comprometido con la generación de lo nuevo en las prácticas pedagógicas, sustentado en el conocimiento gestionado desde las redes sociales para la comprensión y transformación de la realidad
El nuevo docente que requiere la sociedad debe tener un pensamiento holístico, crítico, consustanciado con la realidad social, transformador. Al respecto, Morín (1999) afirma sobre la imposibilidad de reformar la institución sin reformar previamente las mentes, y a la vez no se pueden reformar las mentes sin reformar previamente las instituciones; en este caso, se trata de comprender que el mundo es una complejidad multidimensional. No obstante, comprender la educación como práctica social, requiere una visión compleja que sea capaz de analizar elementos históricos como conjuntos de saberes, principios, leyes, formas, instrumentos, espacios, tiempos, estilos de relación entre otros, de la cultura institucional, e investigar acerca de la intervención del docente sobre la realidad. (Marcano, 2011).
Esta consideración eleva el papel fundamental de las relaciones sociales comunitarias, al ser desarrolladas como proceso participativo, democrático y liberador. La acción formativa tiene que afianzar su discurso educativo, tomando en cuenta la identidad y la solidaridad de los miembros de la comunidad, quienes manifiestan su interés por resolver los problemas de su espacio. Por tanto, es importante vincular la formación de los docentes con su desempeño en las comunidades. En estos tiempos, se aspira a que el docente sea un líder comunitario, que trascienda de las aulas de clase y que promueva aprendizajes con base en lo local para poder llegar a conocimientos universales, ya que la educación es la base de las transformaciones sociales y sobre la base del análisis de la inoperancia del sistema educativo, en términos de cantidad sobre calidad, se tiende hacia una transformación cualitativa, característica común de los proyectos educativos actuales en los países latinoamericanos. Al respecto, Ordóñez (1997) señala que:
…insisten en la conveniencia de que el quehacer de cada institución educativa esté orientado por su propio proyecto y que éste sea elaborado de manera autónoma por los actores de cada institución escolar, teniendo en cuenta las características socioculturales específicas de los alumnos a los que atiende, las características de la localidad donde se ubica y las intenciones pedagógicas de todos los actores involucrados en la práctica escolar.(pp. 18-19)
Bajo estas perspectivas, se hace relevante y fundamental el papel del docente como líder comunitario, el desempeño a cabalidad de su rol de promotor social. Y no es que no sea una condición desarrollada en la práctica por muchos docentes, mucho más cuando las características de la comunidad así lo ameritan.
 Cierto es que las características intrínsecas de muchas comunidades pueden moldear al docente para ejercer fundamentalmente su rol de promotor social. Sin embargo, el problema radica en que las actividades realizadas se hacen de forma improvisada, para atender emergencias circunstanciales y no como resultado de una planificación. La necesidad de resolver problemas comunitarios lleva a sus líderes, entre ellos a los docentes, a realizar acciones determinadas, basadas en ideas o propuestas. Sin embargo, no siempre se obtienen los resultados esperados, debido, en parte, a la falta de preparación como educadores comunitarios, ya que los mismos no trascienden de lo meramente académico sin lograr el empoderamiento de los saberes populares.
Partiendo de lo anteriormente señalado,  debe implementar un plan de trabajo que articule con los demás comités del consejo comunal y fortalecer los programas sociales establecidos en el Proyecto Nacional Simón Bolívar segunda línea de acción “Suprema Felicidad Social”, así como en los artículos 78 y 79 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
Por otro lado, Tedesco (2000), “La educación ya no podrá estar dirigida a la transmisión de conocimientos y de informaciones sino a desarrollar la capacidad de producirlos y de utilizarlos. Este cambio de objetivos está en la base de las tendencias pedagógicas actuales, que ponen el acento en los fenómenos metacurriculares. El papel de los docentes no puede continuar siendo el mismo que en el pasado. Más bien ha de ser el de un acompañante cognitivo” (p.209).
Es por eso que, esta presión que las nuevas demandas sociales ejercen sobre la institución educativa supone uno de los retos más importantes a la hora de plantear y llevar a cabo la actualización de la profesión docente. Cambiar la inercia de un pasado tradicionalista de la enseñanza exige un esfuerzo que no puede recorrerse en solitario ya que, “…La enseñanza como sistema institucional tiene su propia historia y deja su impronta en una “tradición” y una “cultura de hacer las cosas” que es muy difícil de combatir incluso a pesar de que sus consecuencias puedan ser, obviamente, negativas (Imbernon, 1999, p.19)
En este orden de ideas, la formación del docente sea inicial o durante el desarrollo de la profesión, es considerada unánimemente como uno de los recursos más decisivos e ineludibles para promover las reformas y mejoras que la sociedad exige actualmente de los sistemas escolares y la educación. Para lograr el empoderamiento desde la perspectiva comunitaria, siendo en palabras de Freire (1980), “el proceso por el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven” (p.91), el docente debe conocer que esto implica deshacer las construcciones sociales negativas, de forma que las personas afectadas lleguen a verse como poseedoras de la capacidad y del derecho a actuar y a tener influencia, para lo cual el profesor no ha sido formado y por lo tanto el desconocimiento no le permite aprovechar los saberes populares para la transformación de sus realidades sociales.
En definitiva, es necesaria la formación docente, de manera permanente, basada en la educación popular, ya que debe dar respuesta al tipo de docente que demanda la sociedad, de donde cuya  formación académica debe darse en virtud de los cambios que continuamente se están gestando en materia de la construcción del nuevo modelo educativo. De ahí , es imperante comprender la educación como práctica social, y la praxis del docente dentro de esta práctica, cuál es su desempeño, cómo lo hace, cuáles son sus competencias, que requiere en su formación para lograr el conjunto de saberes necesarios para contribuir al cambio social.
Desde tal perspectiva, y valorando el escenario social que se plantea ante el futuro inmediato de las sociedades , no cabe duda de que la participación de los docentes debe ser orientada hacia la construcción de significados y de saberes que fortalezcan la formación de identidades coherentes con los cambios planteados, y, más que estar planteados, éstos son inmediatos y presentes, lo que obliga al docente, como profesional social y cultural, a mantener actualizado su papel dentro de estos procesos.
REFERENTES TEÓRICOS
Bajo esta perspectiva, se busca una compresión de las complejas interrelaciones que se dan en la realidad, para develar la epistemología del  propósito de explicar el tejido de relaciones que a nivel de socialización, educación, normas y valores que hacen referencia, básicamente, a concepciones epistemológicas, ontológicas, axiológicas y metodológicas.

Visión ontológica
Las nuevas formas de conocer suponen acercarse a aquello que es lo común en la identidad; por eso lo ontológico es primero que lo epistemológico y lo metodológico, ya que es menester enfrentarse a la cuestión de a quién se conoce y cómo.
La formación del docente desde la perspectiva de la educación popular, está vinculada a las necesidades cognoscitivas y de transformación social de las comunidades. Este proceso conduce a un encuentro frecuente con el otro en la necesidad de actuar en la sociedad. La vida se constituye en el escenario para aprender a resolver cada día la diversidad de dificultades que se presentan. En este sentido, Freire (1984) resalta que la esperanza “es una necesidad ontológica” (p. 81), de allí que sea indispensable volver al concepto de ser social y reflexionar sobre la visión ontológica del concepto de ser en sí y ser para qué, lo que conlleva a explicar la relación del ser con la realidad.
Una renovada visión ética, social y política intensifica el debate acerca de la reconstrucción de los vínculos de la comunidad con la sociedad. Esta simbiosis otorga particular significación a lo inclusivo de la vida cotidiana, como ámbito de aprendizaje, de aprehensión de los saberes vividos desde la comunidad; concepto clave alrededor del cual giran distintas acepciones, dado su carácter polisémico y complejo. De allí que interese destacar en este escenario la idea de comunidad como tejido intersubjetivo, dibujado en la trama de relaciones creativas con el otro, donde ocurren distintos procesos de dinamización social y emergentes cambios en beneficio personal y colectivo. Por tanto, atendiendo el área que nos ocupa, es apremiante propiciar que la educación tenga su arraigo en las necesidades de las comunidades, derivando de allí los contenidos programáticos, involucrando de este modo a la misma como un todo armónico incluyente.
Ahora bien, de acuerdo a Gutiérrez (1984) la misión de la ontología es ir descubriendo al mundo poco a poco, para captar cuál es la realidad; es decir, se hace necesario el carácter transformativo del sujeto, los cuales deben concientizarse en su vinculación con la realidad. Partiendo de esta concepción, el tipo de hombre y mujer que demandan los nuevos tiempos debe tener las siguientes características: una visión holística de la realidad, la posibilidad de pensar más allá de sus fronteras y actuar localmente, capacidad autocrítica, de autogestionarse, con habilidad para desaprender y aprender permanentemente, con posibilidad de combinar el pensamiento lógico con la creatividad, la capacidad para transferir lo aprendido, pensamiento imaginativo y visualización, control emocional y comunicación dialógica y un gran despliegue para interactuar con el otro
            Los principios axiológicos como sustento del modelo de universidad que se propone tienen su explicación en la crisis que caracteriza la época actual. La educación que se propone está centrada en valores que promuevan cambios significativos en la formación del ser humano, capaz de desenvolverse en una sociedad pluricultural, en la que prevalecen la libertad, la tolerancia, la interdependencia, la solidaridad, la honestidad, la justicia, el bien común, el respeto por la vida y la convivencia e identidad nacional.
            Los valores que se plantean en el modelo atienden al contexto socio-histórico-cultural venezolano, fundamentalmente los consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la cual tiene como fin supremo “la refundación de la República para establecer una sociedad democrática participativa, protagonista, multiétnica en un Estado federal y descentralizado” (Preámbulo CRBV, 1999), que consolide los valores ya mencionados como principios que orientan el modelo propuesto y la Ley Orgánica de Educación.
.           Es la necesidad de un sujeto contextualizado, un ser humano que se prepara, capaz de pensar críticamente, confrontar sus ideas, ofrecer una perspectiva diferente y enriquecedora, no un universitario cuya finalidad última es ser, únicamente, receptor del conocimiento. La actividad intelectual inherente a toda institución educativa está en relación directa con la defensa y difusión de los valores universales, pero sobre todo enfocada en el desarrollo de las cualidades personales que favorecen la plena realización del hombre como persona conectada con una cultura y naturaleza social, que le permitan procesar las acciones de valorar, preferir y decidir.

Visión epistemológica
La forma como se aborda la investigación, a través del paradigma interpretativo, tiene como objeto comprender la interacción comunicacional que le da forma al significado intersubjetivo e individual del ser humano. De lo afirmado se deriva que se puede tener una perspectiva interpretativa de las acciones propias o de las acciones de los otros a través del ejercicio cognoscitivo. De igual manera, al hablar de la acción se hace referencia al ejercicio que lleva a cabo la conciencia para orientar los actos que derivan de ello, en el sentido de darle significado a la acción vivencial.  El mundo cotidiano puede ser conocido por el actor social y este a su vez compartirlo con otros, quienes pueden interpretar y reinterpretar ese mundo.
            En otras palabras, el investigador trata de descubrir el significado de las acciones humanas y de la vida social, dirigiendo su labor a entrar en el mundo personal de los individuos, en las motivaciones que lo orientan, en sus creencias. Es decir, existen múltiples realidades construidas por los actores en su relación con la realidad social en la cual viven, por eso no hay una sola verdad, sino que ésta surge como una configuración de los diversos significados que las personas le dan a las situaciones en las cuales se encuentran. La realidad social es así una realidad construida con base en los marcos de referencia de los actores.

REFLEXIONES FINALES

            De las reflexiones emanadas de este trabajo, se desprende que educar no es imponer nada a nadie, sino ayudar a ser, de esta manera, la relevancia de la investigación se fundamenta en la actual circunstancia que  entendemos que los cambios que están aconteciendo en nuestra sociedad requieren una transformación en el funcionamiento del sistema educativo lo cual, evidentemente, tiene que ver con la actualización formativa del docente, en cuanto a eje vertebrador de todo cambio educativo que se quiera introducir, siendo esta formación  el instrumento que facilite la constante adecuación a estos cambios que la sociedad venezolana requiere.
            Es evidente, que sin una actualización de los docentes no puede pretender compactar todo lo que se va a necesitar en los próximos años, en otras palabras, es necesaria la actualización formativa del profesorado si se quiere atender al compromiso que tenemos adquirido con nuestra profesión y con nuestro País.  En este orden de ideas,  para que el cambio se logre con éxito, las acciones formativas en docencia deben conjugar adecuadamente una serie de factores que en este trabajo se destacan como imperativos en esa formación del docente, que aluden específicamente al enfoque, el tiempo, la oportunidad, la orientación y el apoyo requerido en su proceso formativo desde una perspectiva que privilegia la función del docente reflexivo.
Se plantea además la necesidad de desafiar al docente  para que reconozca la importancia y la complejidad de su práctica docente que desarrolla específicamente en este nivel y estimularlo para que en el marco de su desarrollo profesional participe en programas de formación y actualización que respondan tanto a sus necesidades individuales como a las que plantea la propia institución ¡en los ámbitos pedagógico, profesional, personal y social.
Evidentemente, los docentes, deben comprometerse con la autorreflexión y la reflexión colectiva en función de generar acciones transformadoras, comprometerse con el cambio en su actuación pedagógico profesional por la responsabilidad pública que implica ser profesor para poder dar respuestas a las necesidades formativas de los diferentes grupos sociales.
Así mismo, como parte de la formación, el docente debe prepararse para la autoformación, autoeducación y autoevaluación, lo que significa que debe adquirir la responsabilidad de orientarse a sí mismo y de manejar su propia formación, para lograr aportar insumos  novedosos para la transformación social.
     Dentro de la producción de las investigaciones educativas en Venezuela,  la perspectiva de la formación docente en el contexto  de la educación popular es relativamente nueva, hay una tendencia a incrementar el interés a través de jornadas,  encuentros, conferencias que permitan ahondar y tener conocimiento en el tema, tomando como referente la legislación educativa venezolana.

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