LA FORMACIÓN
DEL DOCENTE EN EL CONTEXTO DE LA EDUCACIÓN POPULAR
Autora:
Esp. Raquel Simoza
RESUMEN
Pese a diversos factores, políticos, económicos,
sociales, innovadores del presente siglo, la educación popular, que nació en el
siglo XX, desde la perspectiva de un
movimiento crítico-social del siglo XX
que ha resistido a esos cambios del siglo XXI, convirtiéndose en un modelo
teórico alternativo que ja trascendido la esfera educativa, convirtiéndose en
la esperanza de las reivindicaciones traducidas en las desigualdades sociales
de los pueblos latinoamericanos.
Desde el momento que Freire expuso
su pedagogía del oprimido, se convirtió en fuente de inspiración para lograr,
desde la educación, el cambio social que anhelaba, y anhela, las clases
desposeídas de América Latina, venciendo en muchos casos el pensamiento autoritario, alienante,
excluyente de estos sectores populares.
Decimos, y sostenemos, que desde la implementación del proceso de
educación bancaria que concebía al educando como un ser pasivo que copia, imita,
memoriza, repite sin razón. Por ello,
desde los saberes de este pensador crítica
los procesos educativos a través del sistema destructivo y salvaje del
capitalismo. De esta manera se hace perentoria afianzar el ejercicio de educación popular como fuerza
impulsora de la movilización consciente
del pueblo, orientada a la restitución
definitiva del Poder Popular. Partiendo de ello, es necesaria la formación de un docente
imbuido dentro de este planteamiento que coadyuve a implementar un nuevo modelo
educativo que tome en cuenta la realidad del entorno, participación,
colaboración, liberación, concienciación, reflexión-acción, democracia, clases
conflictivas, crítica a la realidad,
solidaridad, autonomía, valores personales y sociales, integralidad,
comunicación, emancipación, la
producción y humanización; entre otros.
Palabras
Claves: Educación Popular, formación Docente, Humanismo.
INTRODUCCIÓN
En las primeras décadas del siglo
XXI, la sociedad vive una realidad cambiante y compleja donde se aprecia que
los ciudadanos y ciudadanas algunos no son aptos para enfrentar situaciones
imprevistas que sucede en lo cotidiano, dentro de los cuales se destaca el tema
educativo. En este sentido, para cualquier ser humano es difícil comprender el
caos en el cual está sumida esta sociedad.
La formación que necesita el
profesional de la docencia debe ser innovadora, creativa, actualizada,
proactiva, un proceso continuo acorde al modelo de educación del momento en la
sociedad actual, identificada por su complejidad, inestabilidad y sobre todo
por la velocidad con la que se producen los cambios sociales, precipita en
muchos casos los procesos de inadaptación, exclusión y marginación. Esta
realidad demanda la agilización de políticas sociales que garanticen el
bienestar de la población.
En este sentido, La tarea de
transformar la sociedad pasa por un cambio en el desempeño docente, quienes son
los primeros responsables de permear la calidad de vida de los habitantes del
sector, sin embargo las escuelas de educación y pedagógicos siguen entrenando
individuos para el vacío, ausentes y carentes de las habilidades y destrezas
que le permitan lograr articularse en el contexto comunitario donde se
desenvuelven.
La formación permanente del Docente, dentro del contexto
de la Educación Popular, conlleva plantearse el reto de pensar en la formación
de colectivos interdisciplinarios e ir más allá de la estructura de clase y
consolidar una cultura de trabajo de los docentes que permita su formación, que
en este caso no es sola pedagógica sino también en el ámbito social. Sin
embargo, no es suficiente que el docente comprenda la realidad educativa y del
contexto donde se desempeñe; de donde se puede evidenciar una serie de
debilidades relacionadas con distintos aspectos entre los cuales se cuentan la
formación de los maestros en ejercicio, sino que es necesario transformar dicha
realidad. La formación permanente del docente se plantea como un reto para
dichos docentes, que son los responsables del futuro de nuestra sociedad. Esta es la finalidad del presente artículo
plantearse nuevas realidades educativas, desde la perspectiva de la educación
popular para ser llevadas a la realidad de la formación docente.
MARCO REFERENCIAL O ESTADO DEL
ARTE
La
formación permanente del Docente en el contexto de la Educación Popular,
conlleva plantearse el reto de pensar en la formación de colectivos
interdisciplinarios e ir más allá de la estructura de clase y consolidar una
cultura de trabajo de los docentes que permita su formación que en este caso no
es sola pedagógica sino también en el ámbito social. Sin embargo, no es
suficiente que el docente comprenda la realidad educativa donde se puede
evidenciar una serie de debilidades relacionadas con distintos aspectos entre
los cuales se cuentan la formación de los maestros en ejercicio, sino que es
necesario transformar dicha realidad. La formación permanente del docente se
plantea como un reto para dichos docentes son los responsables del futuro
cultural de nuestras sociedad.
En
otras palabras, La tarea de transformar la sociedad pasa por un cambio en el
desempeño docente, quienes son los primeros responsables de permear la calidad
de vida de los habitantes del sector, sin embargo las escuelas de educación y
pedagógicos siguen entrenando individuos para el vacío, ausentes y carentes de
las habilidades y destrezas que le permitan lograr articularse en el contexto
comunitario donde se desenvuelven.
Parten estos procesos desde una
visión de la educación popular, que de acuerdo a Freire (1986) “como una
concepción humanista que determinarán a mediano plazo la transformación social”
(p.29). Hay quienes siguen
todavía identificando la Educación Popular con prácticas educativas no
formales, de capacitación o formación, que se dan en contextos fuera
del sistema educativo formal y se relacionan fundamentalmente
con adultos. Y no faltan los que consideran que hoy, no
tiene sentido seguir hablando de Educación Popular, término que debe ser
definitivamente borrado de las agendas educativas. Para los que vocean el fin
de las utopías y de la historia, es inconcebible una educación que no renuncia
a la esperanza, a los sueños y a las transformaciones sociales profundas.
En este sentido, la preparación de los docentes requiere
de procesos que se sustenten en el compromiso con la formación de los mismos
para que estos respondan desde su actuación profesional y humana a las
necesidades del contexto donde hacen vida. Esto significa, que el compromiso
con la formación se dinamiza desde lo individual, lo colectivo, lo
institucional y lo social con un profundo sentido de país al servicio de los
intereses nacionales, que son fundamentalmente humanos, sociales y orientados a
la revitalización del enfoque de formación integral.
Desde esta perspectiva, el docente o mejor dicho el
colectivo de docentes, debe comprometerse con la autorreflexión y la reflexión
colectiva en función de generar acciones transformadoras, comprometerse con el
cambio en su actuación pedagógico profesional por la responsabilidad pública
que implica ser profesor para poder dar respuestas a las necesidades formativas
de los diferentes grupos sociales. Asimismo, debe estar comprometido con la
generación de lo nuevo en las prácticas pedagógicas, sustentado en el
conocimiento gestionado desde las redes sociales para la comprensión y
transformación de la realidad
El nuevo docente que requiere la sociedad debe tener un
pensamiento holístico, crítico, consustanciado con la realidad social,
transformador. Al respecto, Morín (1999) afirma sobre la imposibilidad de
reformar la institución sin reformar previamente las mentes, y a la vez no se
pueden reformar las mentes sin reformar previamente las instituciones; en este
caso, se trata de comprender que el mundo es una complejidad multidimensional.
No obstante, comprender la educación como práctica social, requiere una visión
compleja que sea capaz de analizar elementos históricos como conjuntos de saberes,
principios, leyes, formas, instrumentos, espacios, tiempos, estilos de relación
entre otros, de la cultura institucional, e investigar acerca de la
intervención del docente sobre la realidad. (Marcano, 2011).
Esta consideración eleva el papel fundamental de las
relaciones sociales comunitarias, al ser desarrolladas como proceso
participativo, democrático y liberador. La acción formativa tiene que afianzar
su discurso educativo, tomando en cuenta la identidad y la solidaridad de los
miembros de la comunidad, quienes manifiestan su interés por resolver los
problemas de su espacio. Por tanto, es importante vincular la formación de los
docentes con su desempeño en las comunidades. En estos tiempos, se aspira a que
el docente sea un líder comunitario, que trascienda de las aulas de clase y que
promueva aprendizajes con base en lo local para poder llegar a conocimientos
universales, ya que la educación es la base de las transformaciones sociales y
sobre la base del análisis de la inoperancia del sistema educativo, en términos
de cantidad sobre calidad, se tiende hacia una transformación cualitativa,
característica común de los proyectos educativos actuales en los países
latinoamericanos. Al respecto, Ordóñez (1997) señala que:
…insisten
en la conveniencia de que el quehacer de cada institución educativa esté
orientado por su propio proyecto y que éste sea elaborado de manera autónoma
por los actores de cada institución escolar, teniendo en cuenta las
características socioculturales específicas de los alumnos a los que atiende,
las características de la localidad donde se ubica y las intenciones
pedagógicas de todos los actores involucrados en la práctica escolar.(pp.
18-19)
Bajo estas perspectivas, se
hace relevante y fundamental el papel del docente como líder comunitario, el
desempeño a cabalidad de su rol de promotor social. Y no es que no sea una
condición desarrollada en la práctica por muchos docentes, mucho más cuando las
características de la comunidad así lo ameritan.
Cierto es que las características intrínsecas
de muchas comunidades pueden moldear al docente para ejercer fundamentalmente
su rol de promotor social. Sin embargo, el problema radica en que las
actividades realizadas se hacen de forma improvisada, para atender emergencias
circunstanciales y no como resultado de una planificación. La necesidad de
resolver problemas comunitarios lleva a sus líderes, entre ellos a los
docentes, a realizar acciones determinadas, basadas en ideas o propuestas. Sin
embargo, no siempre se obtienen los resultados esperados, debido, en parte, a
la falta de preparación como educadores comunitarios, ya que los mismos no
trascienden de lo meramente académico sin lograr el empoderamiento de los
saberes populares.
Partiendo de lo anteriormente señalado, debe implementar un plan de trabajo que
articule con los demás comités del consejo comunal y fortalecer los programas
sociales establecidos en el Proyecto Nacional Simón Bolívar segunda línea de
acción “Suprema Felicidad Social”, así como en los artículos 78 y 79 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
Por otro lado, Tedesco
(2000), “La educación ya no podrá estar dirigida a la transmisión de
conocimientos y de informaciones sino a desarrollar la capacidad de producirlos
y de utilizarlos. Este cambio de objetivos está en la base de las tendencias
pedagógicas actuales, que ponen el acento en los fenómenos metacurriculares. El
papel de los docentes no puede continuar siendo el mismo que en el pasado. Más
bien ha de ser el de un acompañante cognitivo” (p.209).
Es por eso que, esta presión
que las nuevas demandas sociales ejercen sobre la institución educativa supone
uno de los retos más importantes a la hora de plantear y llevar a cabo la
actualización de la profesión docente. Cambiar la inercia de un pasado
tradicionalista de la enseñanza exige un esfuerzo que no puede recorrerse en
solitario ya que, “…La enseñanza como sistema institucional tiene su propia
historia y deja su impronta en una “tradición” y una “cultura de hacer las
cosas” que es muy difícil de combatir incluso a pesar de que sus consecuencias
puedan ser, obviamente, negativas (Imbernon, 1999, p.19)
En este orden de ideas, la
formación del docente sea inicial o durante el desarrollo de la profesión, es
considerada unánimemente como uno de los recursos más decisivos e ineludibles
para promover las reformas y mejoras que la sociedad exige actualmente de los
sistemas escolares y la educación. Para lograr el empoderamiento desde la
perspectiva comunitaria, siendo en palabras de Freire (1980), “el proceso por
el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y
protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de las
situaciones que viven” (p.91), el docente debe conocer que esto implica
deshacer las construcciones sociales negativas, de forma que las personas
afectadas lleguen a verse como poseedoras de la capacidad y del derecho a
actuar y a tener influencia, para lo cual el profesor no ha sido formado y por
lo tanto el desconocimiento no le permite aprovechar los saberes populares para
la transformación de sus realidades sociales.
En definitiva, es necesaria
la formación docente, de manera permanente, basada en la educación popular, ya
que debe dar respuesta al tipo de docente que demanda la sociedad, de donde
cuya formación académica debe darse en
virtud de los cambios que continuamente se están gestando en materia de la
construcción del nuevo modelo educativo. De ahí , es imperante comprender la
educación como práctica social, y la praxis del docente dentro de esta
práctica, cuál es su desempeño, cómo lo hace, cuáles son sus competencias, que
requiere en su formación para lograr el conjunto de saberes necesarios para
contribuir al cambio social.
Desde tal perspectiva, y
valorando el escenario social que se plantea ante el futuro inmediato de las
sociedades , no cabe duda de que la participación de los docentes debe ser
orientada hacia la construcción de significados y de saberes que fortalezcan la
formación de identidades coherentes con los cambios planteados, y, más que
estar planteados, éstos son inmediatos y presentes, lo que obliga al docente,
como profesional social y cultural, a mantener actualizado su papel dentro de
estos procesos.
REFERENTES TEÓRICOS
Bajo esta perspectiva, se
busca una compresión de las complejas interrelaciones que se dan en la
realidad, para develar la epistemología del propósito de explicar el tejido de relaciones
que a nivel de socialización, educación, normas y valores que hacen referencia,
básicamente, a concepciones epistemológicas, ontológicas, axiológicas y
metodológicas.
Visión
ontológica
Las nuevas formas de conocer suponen acercarse a aquello que es lo común en
la identidad; por eso lo ontológico es primero que lo epistemológico y lo
metodológico, ya que es menester enfrentarse a la cuestión de a quién se conoce
y cómo.
La formación del docente desde la perspectiva de la
educación popular, está vinculada a las necesidades cognoscitivas y de transformación social
de las comunidades. Este proceso conduce a un encuentro frecuente con el otro
en la necesidad de actuar en la sociedad. La vida se constituye en el escenario
para aprender a resolver cada día la diversidad de dificultades que se
presentan. En este sentido, Freire (1984) resalta que la esperanza “es una
necesidad ontológica” (p. 81), de allí que sea indispensable volver al concepto
de ser social y reflexionar sobre la visión ontológica del concepto de ser en
sí y ser para qué, lo que conlleva a explicar la relación del ser con la
realidad.
Una renovada visión ética, social y política intensifica el debate acerca
de la reconstrucción de los vínculos de la comunidad con la sociedad. Esta
simbiosis otorga particular significación a lo inclusivo de la vida cotidiana,
como ámbito de aprendizaje, de aprehensión de los saberes vividos desde la
comunidad; concepto clave alrededor del cual giran distintas acepciones, dado
su carácter polisémico y complejo. De allí que interese destacar en este
escenario la idea de comunidad como tejido intersubjetivo, dibujado en la trama
de relaciones creativas con el otro, donde ocurren distintos procesos de
dinamización social y emergentes cambios en beneficio personal y colectivo. Por tanto, atendiendo el área que nos ocupa, es
apremiante propiciar que la educación tenga su arraigo en las necesidades de
las comunidades, derivando de allí los contenidos programáticos, involucrando
de este modo a la misma como un todo armónico incluyente.
Ahora bien, de acuerdo a
Gutiérrez (1984) la misión de la ontología es ir descubriendo al mundo poco a
poco, para captar cuál es la realidad; es decir, se hace necesario el carácter
transformativo del sujeto, los cuales deben concientizarse en su vinculación
con la realidad. Partiendo de esta concepción, el tipo de hombre y mujer que demandan los
nuevos tiempos debe tener las siguientes características: una visión holística
de la realidad, la posibilidad de pensar más allá de sus fronteras y actuar
localmente, capacidad autocrítica, de autogestionarse, con habilidad para
desaprender y aprender permanentemente, con posibilidad de combinar el
pensamiento lógico con la creatividad, la capacidad para transferir lo
aprendido, pensamiento imaginativo y visualización, control emocional y
comunicación dialógica y un gran despliegue para interactuar con el otro
Los
principios axiológicos como sustento del modelo de universidad que se propone
tienen su explicación en la crisis que caracteriza la época actual. La
educación que se propone está centrada en valores que promuevan cambios
significativos en la formación del ser humano, capaz de desenvolverse en una
sociedad pluricultural, en la que prevalecen la libertad, la tolerancia, la
interdependencia, la solidaridad, la honestidad, la justicia, el bien común, el
respeto por la vida y la convivencia e identidad nacional.
Los
valores que se plantean en el modelo atienden al contexto
socio-histórico-cultural venezolano, fundamentalmente los consagrados en la
Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, la cual tiene como fin
supremo “la refundación de la
República para establecer una sociedad democrática
participativa, protagonista, multiétnica en un Estado federal y
descentralizado” (Preámbulo CRBV, 1999), que consolide los valores ya
mencionados como principios que orientan el modelo propuesto y la Ley Orgánica
de Educación.
. Es la necesidad de un sujeto contextualizado, un ser humano
que se prepara, capaz de pensar críticamente, confrontar sus ideas, ofrecer una
perspectiva diferente y enriquecedora, no un universitario cuya finalidad
última es ser, únicamente, receptor del conocimiento. La actividad intelectual
inherente a toda institución educativa está en relación directa con la defensa
y difusión de los valores universales, pero sobre todo enfocada en el
desarrollo de las cualidades personales que favorecen la plena realización del
hombre como persona conectada con una cultura y naturaleza social, que le
permitan procesar las acciones de valorar, preferir y decidir.
Visión
epistemológica
La forma como se aborda la
investigación, a través del paradigma interpretativo, tiene como objeto
comprender la interacción comunicacional que le da forma al significado
intersubjetivo e individual del ser humano. De lo afirmado se deriva que se
puede tener una perspectiva interpretativa de las acciones propias o de las
acciones de los otros a través del ejercicio cognoscitivo. De igual manera, al
hablar de la acción se hace referencia al ejercicio que lleva a cabo la
conciencia para orientar los actos que derivan de ello, en el sentido de darle
significado a la acción vivencial. El
mundo cotidiano puede ser conocido por el actor social y este a su vez
compartirlo con otros, quienes pueden interpretar y reinterpretar ese mundo.
En
otras palabras, el investigador trata de descubrir el significado de las
acciones humanas y de la vida social, dirigiendo su labor a entrar en el mundo
personal de los individuos, en las motivaciones que lo orientan, en sus
creencias. Es decir, existen múltiples realidades construidas por los actores
en su relación con la realidad social en la cual viven, por eso no hay una sola
verdad, sino que ésta surge como una configuración de los diversos significados
que las personas le dan a las situaciones en las cuales se encuentran. La
realidad social es así una realidad construida con base en los marcos de referencia
de los actores.
REFLEXIONES FINALES
De las
reflexiones emanadas de este trabajo, se desprende que educar no es imponer
nada a nadie, sino ayudar a ser, de esta manera, la relevancia de la
investigación se fundamenta en la actual circunstancia que entendemos que los cambios que están aconteciendo en nuestra sociedad
requieren una transformación en el funcionamiento del sistema educativo lo
cual, evidentemente, tiene que ver con la actualización formativa del docente,
en cuanto a eje vertebrador de todo cambio educativo que se quiera introducir,
siendo esta formación el instrumento que
facilite la constante adecuación a estos cambios que la sociedad venezolana
requiere.
Es
evidente, que sin una actualización de los docentes no puede pretender compactar
todo lo que se va a necesitar en los próximos años, en otras palabras, es
necesaria la actualización formativa del profesorado si se quiere atender al
compromiso que tenemos adquirido con nuestra profesión y con nuestro País. En este orden de
ideas, para que el cambio se logre con
éxito, las acciones formativas en docencia deben conjugar adecuadamente una
serie de factores que en este trabajo se destacan como imperativos en esa
formación del docente, que aluden específicamente al enfoque, el tiempo, la
oportunidad, la orientación y el apoyo requerido en su proceso formativo desde
una perspectiva que privilegia la función del docente reflexivo.
Se plantea además la
necesidad de desafiar al docente para
que reconozca la importancia y la complejidad de su práctica docente que
desarrolla específicamente en este nivel y estimularlo para que en el marco de
su desarrollo profesional participe en programas de formación y actualización
que respondan tanto a sus necesidades individuales como a las que plantea la
propia institución ¡en los ámbitos pedagógico, profesional, personal y social.
Evidentemente, los docentes,
deben comprometerse con la autorreflexión y la reflexión colectiva en función
de generar acciones transformadoras, comprometerse con el cambio en su
actuación pedagógico profesional por la responsabilidad pública que implica ser
profesor para poder dar respuestas a las necesidades formativas de los
diferentes grupos sociales.
Así mismo, como parte de la
formación, el docente debe prepararse para la autoformación, autoeducación y
autoevaluación, lo que significa que debe adquirir la responsabilidad de
orientarse a sí mismo y de manejar su propia formación, para lograr aportar
insumos novedosos para la transformación
social.
Dentro de la producción de las
investigaciones educativas en Venezuela,
la perspectiva de la formación docente en el contexto de la educación popular es relativamente
nueva, hay una tendencia a incrementar el interés a través de jornadas, encuentros, conferencias que permitan ahondar
y tener conocimiento en el tema, tomando como referente la legislación
educativa venezolana.
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